Durante las pruebas preliminares que preceden a su producción en serie, sometemos a nuestros relojes a todos los golpes posibles dentro de los laboratorios destinados. Estas instalaciones están equipadas con un robot de nuestra creación cuyo brazo articulado reproduce una amplia gama de gestos y movimientos del brazo humano, desde los más comunes hasta los más insólitos. Excepto que este robot los reproduce a velocidades inhumanas. Tras esta dura prueba, nos aseguramos de que el rendimiento superlativo de cada reloj permanece intacto, independientemente de las sacudidas o golpes.
Para lo peor y para el portador
En Rolex, trabajamos incansablemente para cumplir con las necesidades de quien denominamos con cariño: «el peor portador».
Pero puede que le sorprenda a qué nos referimos. Por mucho que usted cuide de su reloj, este recibirá golpes. Muchos golpes. Miles de ellos. Y aunque sean intencionales o fortuitos, inocuos o peligrosos, ningún golpe es insignificante para nosotros. Los observamos, analizamos y reproducimos todos, grandes o pequeños.
En Rolex, trabajamos incansablemente para cumplir con las necesidades de quien denominamos con cariño: «el peor portador». Sin embargo, lo hemos creado pensando en usted. Tenga la certeza de que, haga lo que haga, vaya donde vaya, su Rolex no le fallará.
Por consiguiente, si piensa que solo los alpinistas, exploradores polares, profesionales del submarinismo o personas de estos ámbitos pueden identificarse como nuestro «peor portador», se equivoca. Porque su vida diaria, por muy tranquila que parezca ser, puede ser bastante peligrosa para un reloj. Puede que se le caiga, le dé golpes o sacudidas en algún momento. Puede que incluso lo deje desatendido durante un periodo de tiempo prolongado. Sin embargo, lo hemos creado pensando en usted. Tenga la certeza de que, haga lo que haga, vaya donde vaya, su Rolex no le fallará.
El «savoir‑faire» relojero de Rolex