Una sacude los brazaletes incansablemente. Otra abre y cierra continuamente los cierres. Una somete a los relojes a una presión de 4,5 toneladas métricas. Otra los lanza desde veinte alturas y posiciones diferentes. Una los sumerge en sal y cloro. Otra les arroja arena abrasiva. Una los calienta mientras otra los congela, ambas a temperaturas extremas. Todas ellas, y más, ponen a prueba la entereza del reloj en ambientes extremos que probablemente un reloj nunca llegue a experimentar. Pero eso no es todo.
¿Cuánto dura una semana?
Sorprendentemente, una de nuestras aficiones es agilizar el paso del tiempo.
Siendo relojeros, no es tan ilógico como parece. Diseñamos y fabricamos máquinas cuyo único objetivo es simular en nuestros relojes el desgaste de toda una vida en solo unos días.
Sorprendentemente, una de nuestras aficiones es agilizar el paso del tiempo. Para garantizar realmente el rendimiento de un reloj a través del tiempo, se requiere nada menos que eso precisamente: Mucho tiempo.
Puesto que existen alteraciones que una máquina no puede recrear, hemos diseñado otra prueba para nuestros relojes: el desgaste en condiciones reales. De hecho, nuestros prototipos pueden llevarse durante muchos años antes de empezar una producción. Es de lejos nuestra prueba de mayor duración. Una que decidimos que sea obligatoria por una razón. Para garantizar realmente el rendimiento de un reloj a través del tiempo, se requiere nada menos que eso precisamente: Mucho tiempo.
El «savoir‑faire» relojero de Rolex