Bajo la corona

A principios del siglo XX, el reloj de bolsillo es el instrumento más común para tener la hora a mano.

Hans Wilsdorf, que inicia su carrera en el año 1900 trabajando para una relojería ubicada en La Chaux‑de‑Fonds, observa la evolución de los estilos de vida que se está produciendo en la época, sobre todo en lo relativo al deporte y el ocio. El hombre que fundará la marca Rolex unos años más tarde enseguida comprende que los relojes de bolsillo, que se guardan en el pliegue de una prenda de ropa, no están adaptados a los nuevos usos. Este empresario visionario se decide entonces a crear relojes para llevar en la muñeca y que, fiables y precisos, puedan acompañar a sus propietarios en estos nuevos estilos de vida. Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta Hans Wilsdorf es el de hallar una solución para proteger los relojes de los riesgos que suponen el polvo o la humedad que, al filtrarse en el interior de la caja, pueden provocar obstrucción y oxidación respectivamente. En una carta escrita en 1914, comparte su voluntad con la casa Aegler, que se convertirá luego en la Manufacture des Montres Rolex S.A. de Bienne: «Hay que encontrar el modo de crear una pulsera‑caja impermeable».

«Hay que encontrar el modo de crear una pulsera‑caja impermeable».

Hans Wilsdorf, 1927

Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta Hans Wilsdorf es el de hallar una solución para proteger los relojes de los riesgos que suponen el polvo o la humedad que, al filtrarse en el interior de la caja, pueden provocar obstrucción y oxidación respectivamente. En una carta escrita en 1914, comparte su voluntad con la casa Aegler, que se convertirá luego en la Manufacture des Montres Rolex S.A. de Bienne: «Hay que encontrar el modo de crear una pulsera‑caja impermeable».

Hans Wilsdorf

Rolex comercializa en 1922 el Submarine. Este reloj está fijado con una bisagra al interior de una segunda caja convertida en hermética gracias a un bisel, coronado por el cristal, enroscado a la carrura. Cualquier manipulación de la corona —necesaria para darle cuerda al movimiento o poner en hora el reloj— requiere la apertura de la caja externa. El Submarine marca la primera etapa de las investigaciones de Hans Wilsdorf dirigidas a crear una caja completamente hermética y fácil de utilizar.

Relojes

Como resultado de estas investigaciones, la caja Oyster se patenta cuatro años después, en 1926. Completamente hermética gracias a un sistema de bisel, fondo y corona de cuerda enroscados a la carrura, protege el interior del reloj de las agresiones externas. Hans Wilsdorf decide bautizar este reloj, al igual que su caja, como «Oyster» («ostra» en inglés) por el hecho de que «a semejanza de una ostra, puede vivir en el agua por un tiempo ilimitado sin sufrir ningún daño en su organismo». Esta creación representa un avance esencial en la historia de la relojería.

Al año siguiente, para promocionar las excepcionales cualidades del reloj Oyster, Hans Wilsdorf opta por un proceder inédito y original para la época. Al enterarse de que una joven secretaria llamada Mercedes Gleitze, de Brighton, en Gran Bretaña, se dispone a atravesar a nado el canal de la Mancha y, en caso de éxito, se convertirá en la primera británica que logre tal hazaña, le pide que lleve consigo un Oyster para demostrar su perfecta hermeticidad. Tras la extenuante travesía por las glaciales aguas de la Mancha, un periodista del diario británico The Times escribe: «La Srta. Gleitze llevaba consigo un pequeño reloj de oro que ha funcionado a la perfección durante todo el tiempo que pasó en el agua».

Mercedes Gleitze
El Oyster

El Oyster es el primer reloj de pulsera hermético del mundo gracias a la perfecta hermeticidad de su caja, del mismo nombre.

La caja Oyster, una idea revolucionaria

La caja Oyster, perfectamente hermética, es emblemática de los relojes Rolex. Patentada en 1926, está compuesta por un bisel, un fondo y una corona de cuerda enroscados a la carrura. Con el paso del tiempo, estos elementos experimentan evoluciones cuyo objetivo es reforzar aún más la hermeticidad del reloj, así como responder a las necesidades de los submarinistas a medida que el material y las técnicas de buceo les permiten descender a profundidades cada vez mayores.

Arquitectura
de la caja Oyster

1926

Bezel
El bisel de la caja Oyster original es estriado con el fin de poder enroscarlo a la carrura con ayuda de una herramienta exclusiva de la marca. Posteriormente, la arquitectura de la caja Oyster evoluciona para ganar en robustez y fiabilidad. Las modificaciones técnicas aportadas a la caja posibilitan además la integración de un bisel giratorio, especialmente en los relojes de buceo.
La caja Oyster original cuenta con una corona enroscada a la carrura. En 1953 Rolex presenta la corona de cuerda Twinlock, que integra un sistema patentado que consta de dos zonas de hermeticidad. El principio se perfecciona en 1970: la corona de cuerda Triplock, con una zona de hermeticidad adicional, confiere una seguridad reforzada a los relojes de la marca a los que se incorpora, entre ellos a aquellos modelos destinados al submarinismo.
The case back
El fondo de la caja Oyster está bordeado por un fino acanalado, que ha perdurado hasta hoy en día, lo que permite enroscarlo herméticamente a la carrura. En los relojes de buceo actuales, el fondo está fabricado —en función del modelo o la modalidad— en acero Oystersteel o en oro de 18 quilates. 

Unos metros bajo la superficie del mar

Así como la invención de una caja hermética por parte de Rolex fue motivada por la evolución en el estilo de vida de la sociedad, el desarrollo y la fabricación de relojes de pulsera destinados al submarinismo responden a las necesidades de los profesionales de esta disciplina. En 1953 la marca presenta el Submariner, primer reloj de pulsera de buceo hermético hasta 100 metros de profundidad. Este reloj está dotado de un bisel giratorio con disco graduado que permite a los submarinistas controlar el tiempo transcurrido bajo el agua, lo que los ayuda en la gestión de sus reservas de gases respirables. La seguridad de la caja Oyster se vio reforzada gracias a una corona de cuerda mejorada. Bautizada como Twinlock, esta corona enroscada está dotada de dos zonas de hermeticidad.

El primer Submariner.

Este principio se volverá a perfeccionar en 1970, cuando se le añade una zona de hermeticidad adicional, y dará lugar a la corona de cuerda Triplock. En cuanto a las agujas y los índices, están recubiertos de material luminiscente, lo cual posibilita la lectura de la hora en la penumbra submarina. Más adelante, Rolex afrontará otros desafíos técnicos que resultarán en el aumento de la hermeticidad del Submariner hasta 200 metros de profundidad en 1954 y luego hasta 300 metros en 1989. La versión con función de fecha, presentada en 1969, será hermética hasta 300 metros desde 1979.

Hermeticidad garantizada

Rolex es una de las primeras marcas que acompañan a personalidades de excepción en sus hazañas, consciente de que esta iniciativa será beneficiosa para ambas partes. Al colaborar con exploradores, sobre todo para equipar sus expediciones con relojes Oyster, Hans Wilsdorf contempla el mundo como un laboratorio a cielo abierto. Con el fin de poner a prueba su fiabilidad, Rolex proporciona relojes a submarinistas profesionales para que los lleven durante sus misiones. La marca recoge asimismo sus impresiones y sugerencias de mejoras ergonómicas o técnicas. Esta iniciativa forma parte integrante del proceso de desarrollo de Rolex.

Dimitri Rebikoff

La marca decidió colaborar, entre otros, con el fotógrafo submarino, ingeniero y explorador francés Dimitri Rebikoff para poner a prueba el Submariner. En cinco meses, Rebikoff lleva a cabo con un ejemplar de este reloj al menos 132 misiones de inmersión que lo llevan a profundidades comprendidas entre los 12 y los 60 metros. El informe que proporciona a la marca es muy favorable: «Podemos confirmar que este reloj no solo ha resultado completamente satisfactorio en unas condiciones de inmersión extremadamente duras y especialmente peligrosas para el material utilizado, sino que además ha resultado ser una ayuda imprescindible para cualquier inmersión con escafandra autónoma». 

Una visita a los abismos

Algunos proyectos científicos y expediciones llevadas a cabo en el entorno submarino representan también para Rolex la ocasión ideal de poner a prueba sus relojes en condiciones reales. Este es uno de los motivos por los que la marca se une en 1960 a la expedición del oceanógrafo suizo Jacques Piccard y del teniente de la marina estadounidense Don Walsh. El 23 de enero, a bordo del batiscafo Trieste —diseñado por el padre de Jacques, el físico y explorador suizo Auguste Piccard, con quien Rolex mantiene una relación desde principios de la década de 1950—, Jacques Piccard y Don Walsh logran la hazaña de descender a la parte más profunda del océano, la fosa de las Marianas, situada en el océano Pacífico.

Acoplado

En el exterior del sumergible se acopla un reloj Rolex experimental bautizado como Deep Sea Special, que acompaña a los dos hombres hasta la profundidad extrema de 10 916 metros. El cristal de este reloj presenta una forma similar a una semiesfera, de modo que pueda soportar la colosal presión a la que estará sometido en tales profundidades. Cuando el Trieste emerge a la superficie tras unas ocho horas y media de inmersión, el reloj se encuentra en perfecto estado de marcha, lo que valida las decisiones técnicas tomadas por la marca durante su proceso de creación. No se repetirá otra expedición como esta hasta pasadas varias décadas.

El reloj
de los habitantes del mar

En el transcurso de la década de 1960 se desarrollan técnicas que posibilitan las inmersiones de larga duración a profundidades cada vez mayores. Entre estos nuevos métodos destinados, por ejemplo, a profesionales que trabajan en infraestructuras submarinas, se encuentra el buceo denominado «de saturación». Al recurrir a mezclas respiratorias especiales que contienen una gran proporción de helio, la saturación permite incursiones submarinas de varios días, incluso de varias semanas, al desbaratar los efectos nefastos que ejerce la presión sobre el cuerpo humano. Este método, que exige recurrir a mezclas respiratorias especiales que contienen una gran proporción de helio, consiste en mantener a los submarinistas en un entorno en el que la presión sea equivalente a la que reina en la profundidad en la que trabajan.

Para ello, residen durante varios días o semanas en un hábitat presurizado (una cámara hiperbárica) desde el cual efectúan sus inmersiones. Así no es necesario que se sometan más que a un único proceso de descompresión, al concluir su misión. No obstante, dependiendo del tiempo transcurrido bajo el agua y de la profundidad alcanzada, dicho proceso puede prolongarse desde varias decenas de horas hasta días.

Primer Sea-Dweller
Sea‑Dwellers

En las cámaras hiperbáricas, los relojes utilizados por los submarinistas se llenan poco a poco de helio, un gas compuesto de átomos tan finos que se cuelan a través de las juntas de hermeticidad. Durante el proceso de descompresión, el helio queda atrapado en la caja, lo que puede generar un importante exceso de presión —la presión en el interior del reloj no se equilibra lo bastante rápido con la que prevalece en la cámara—, fenómeno que puede dañar el reloj e incluso desensamblar el cristal. En 1967 Rolex protege mediante una patente la válvula de helio, un dispositivo de seguridad que se activa automáticamente cuando la presión interna de la caja es demasiado elevada para dejar escapar el exceso de gas.

Ese mismo año Rolex lanza el Sea‑Dweller —«habitante del mar» en inglés—, reloj de buceo con una hermeticidad garantizada hasta 610 metros de profundidad (y hasta 1220 metros a partir de 1978). Dotado de la válvula de helio, es el instrumento ideal para submarinistas de saturación, los auténticos exploradores y pioneros de los grandes fondos. De este modo, la marca se asocia de forma natural con el proyecto científico de hábitat submarino Tektite, llevado a cabo en 1969 y durante el cual cuatro acuanautas pasan cincuenta y ocho días bajo la superficie. Todos están equipados con relojes Rolex. Al año siguiente, en el marco de Tektite II, Sylvia Earle dirige una misión formada exclusivamente por mujeres. La bióloga marina, Testimonial Rolex desde 1982 y exploradora residente de la National Geographic Society a partir de 1999, lleva consigo un reloj Rolex para esta misión, durante la cual un grupo de científicas permanece durante quince días en un hábitat submarino.

A una profundidad récord de 520 metros

En 1967 Rolex emprende una asociación con la empresa HYCO (International Hydrodynamics Company), una compañía canadiense especializada en el desarrollo de submarinos. En el marco de esta colaboración, Rolex fija ejemplares del Sea‑Dweller en el exterior de sumergibles de HYCO para diferentes misiones. Al término de una inmersión de unas cuatro horas a 411 metros de profundidad, HYCO remite a Rolex su conclusión acerca del rendimiento del Sea‑Dweller: «El reloj ha funcionado de maravilla durante todas las fases de la prueba».

«El reloj ha funcionado de maravilla durante todas las fases de la prueba».

HYCO, 1967

En 1971 Rolex hace oficial su colaboración con la Comex (Compagnie Maritime d’Expertises). Esta empresa francesa, con sede en Marsella y especializada en ingeniería submarina, se compromete a equipar a sus buzos con relojes Rolex y a proporcionar a la marca informes regulares sobre el rendimiento de los mismos con el fin de que esta pueda mejorar aún más su fiabilidad y perfeccionar sus funcionalidades. Paralelamente a sus intervenciones en el mar, la Comex lleva a cabo también experiencias científicas con el objetivo de desarrollar nuevas tecnologías útiles para sus actividades.

Crea sobre todo cámaras hiperbáricas en las que se reproduce la presión reinante en las profundidades en las que las inmersiones resultan muy limitantes para los submarinistas y el material. En 1988 la Comex organiza la expedición Hydra VIII, durante la cual seis buzos de saturación se sumergen hasta 534 metros de profundidad (récord del mundo de inmersión en mar abierto que no se ha igualado hasta la fecha). Todos van equipados con relojes Sea‑Dweller. Unos años más tarde, en 1992, tiene lugar la experiencia Hydra X, una inmersión en cámara hiperbárica con una duración de cuarenta y tres días que permite a un buzo de la Comex alcanzar una profundidad simulada de 701 metros. Lleva consigo un reloj Sea‑Dweller.

<i>Deepsea Challenger</i>

Las grandes profundidades

Rolex continúa desafiando la presión submarina al perfeccionar constantemente sus relojes. Así, en 2008 la marca presenta el Rolex Deepsea, que hace gala de una arquitectura de caja patentada que lo hace resistente a la presión reinante a 3900 metros de profundidad: el sistema Ringlock. Este sistema combina un cristal de zafiro ligeramente abombado, una anilla de compresión de acero enriquecido con nitrógeno y un fondo en aleación de titanio. El bisel giratorio unidireccional del Rolex Deepsea está dotado de un disco Cerachrom graduado 60 minutos de cerámica negra gracias al cual los submarinistas pueden leer su tiempo de inmersión con total seguridad.

Las propiedades de esta cerámica de alta tecnología permiten obtener un disco de bisel especialmente sólido, prácticamente imposible de rayar y cuyo color, insensible a los rayos ultravioletas, se mantiene estable con el paso del tiempo. Este reloj de buceo extremo está además equipado con otro invento exclusivo que facilita la lectura de la hora: la visualización Chromalight. Un innovador material luminiscente que se aplica sobre las agujas, los índices y el chatón del bisel giratorio. Este emite una tenue luz azul con una duración que prácticamente duplica la de un material fosforescente clásico y ofrece una mayor regularidad durante el período de emisión.

Deepsea Challenge

Los modelos Rolex destinados a la práctica del submarinismo son puestos a prueba —tal y como exige la normativa que se aplica a los relojes de estas características— a una profundidad un 25 % superior a la que están garantizados. Por este motivo, las pruebas realizadas en laboratorio someten al Rolex Deepsea a la presión reinante a 4875 metros de profundidad —tiene una garantía de hermeticidad de hasta 3900 metros— en una cuba hiperbárica desarrollada conjuntamente por Rolex y la Comex.

El Rolex Deepsea inspiró el modelo experimental Rolex Deepsea Challenge que, en 2012, se fijó en el brazo del sumergible con el que el explorador y cineasta James Cameron descendió, el 26 de marzo, al mismo lugar que tan solo habían visitado Jacques Piccard y Don Walsh en 960: la fosa de las Marianas. Este reloj, con una hermeticidad garantizada hasta la profundidad extrema de 12 000 metros, posee todas las innovaciones técnicas de la marca en materia de hermeticidad y se sometió con éxito a la presión existente a –15 000 metros durante las fases de prueba. A esta profundidad, la anilla central del sistema Ringlock sufre un empuje equivalente a un peso de 20 toneladas.

James Cameron