Rolex y la mujer del siglo XX
Desde sus inicios, Rolex ha mostrado una gran ambición. Al comienzo del siglo XX, creía que los relojes de pulsera con un diámetro pequeño deberían beneficiarse de la tecnología más avanzada y así ser tan fiables y precisos como cualquier reloj de bolsillo, que entonces era el reloj personal estándar.
Ser capaz de fabricar los movimientos que necesita para sus relojes de pulsera, que han de ser de pequeño tamaño al tiempo que precisos, era un desafío que serviría a la visión del fundador de Rolex, Hans Wilsdorf. En un momento en que el reloj de pulsera se consideraba un frágil artículo de joyería para mujer, él decidió proponer al público, tanto femenino como masculino, una gama de relojes para llevar en la muñeca que eran modernos y fiables.
En 1914, un reloj Rolex recibió el primer certificado de clase «A» jamás atribuido a un reloj de pulsera por el prestigioso Observatorio de Kew, en Inglaterra, la máxima autoridad mundial en medir la precisión de los relojes por aquel entonces. Esta distinción se reservaba hasta entonces a los cronómetros de marina.
Tras su triunfo, en 1957, la marca presentó un cronómetro específicamente diseñado para mujeres, un reloj cuya precisión está garantizada dotado de visualización de la fecha. Nació el Lady‑Datejust, otro hito en relojería, un homenaje a la misión duradera de Hans Wilsdorf:
«Las mujeres quieren lo mejor de ambos mundos: un reloj pequeño y un movimiento preciso. Sin embargo, cuanto más pequeño sea el reloj, más difícil será hacerlo preciso».